Pinchó la “Termoneta”. De la peor forma posible, con un gol postrero que no dejó tiempo siquiera para una reacción. El 2-1 de Parraguez para darle el triunfo a Colo Colo en el quizás partido más importante del año del campeonato nacional parece un duro mazazo para una Católica que, pese a haber sido la primera en golpear y tenido la chance de ampliar tempranamente la ventaja, se quedó todo el segundo tiempo y le regaló la cancha al equipo albo, que tarde o temprano, logró aprovechar nuestras falencias para, más encima, remontar heroicamente.
Es normal que, tras una derrota dolorosa como pocas este año, entre los hinchas haya críticos para con el planteamiento de Paulucci, sobre todo en la segunda mitad, cuando la UC se echó atrás y básicamente renunció a atacar, más allá de una intentona de contraataque fallida. Aparte de las sustituciones, haciendo ingresar a un Aued que claramente sigue sin estar a punto luego de su lesión. Y con las entradas tardías de Leiva, Buonanotte y Orellana, quienes, a pesar de ser nombres importantes que suelen marcar diferencias, no tuvieron minutos suficientes para asentarse en la cancha y aportar en un equipo que, además, ya parecía desde hace rato fundido en lo físico. Sí que afectaron los casi 40 minutos jugando injustamente con nueve a mitad de semana.
Pero no nos perdamos: él es un director técnico interino, y ayer se enfrentó a un experimentado entrenador como Gustavo Quinteros, que vaya que lo conocemos en San Carlos: mal que mal, el argentino-boliviano nos llevó al título más holgado que obtuvimos del tricampeonato. Paulucci, de todos modos, supo meter una racha histórica de siete triunfos al hilo en sus primeros siete partidos al mando de La Franja, los que a su vez nos volvieron a meter de lleno en la lucha por el torneo, en busca de un tetracampeonato que, ahora, ahora se aleja nuevamente un poco más.
El análisis debiera ser mucho más global y no sólo particular de lo ocurrido el domingo, frente al equipo más sólido del campeonato. Lo que ha pasado a lo largo de la temporada condicionó sin dudas nuestras posibilidades actuales: estuvimos 19 fechas con Gustavo Poyet, un técnico que inicialmente ilusionó y que nos llevó a superar al fin la fase de grupos de la Libertadores. Pero cuya gestión, entre su nulo feeling con el camarín, las polémicas de su hijo, las constantes y numerosas lesiones de jugadores, los malos resultados y el muy irregular rendimiento del equipo, se alargó excesivamente. Para qué hablar, por si fuera poco, de sus roces con la prensa.
Allí entra el rol de Cruzados y Juan Tagle, principal cara visible como presidente del directorio. A la UC suelen caracterizarla como un club serio, que respeta los procesos y que, por fin, negocia bien y buenos refuerzos. Imagen que en el caso Poyet pareció ser llevada al extremo, extendiendo un proceso que desde hace un par de meses ya se veía insostenible. Y con poca, si no nula, autocrítica de Cruzados y Tagle por haber traído o mantenido al mando de La Franja a un DT prácticamente retirado que no dirigía desde hace casi dos años. Admitámoslo, con la Supercopa ganada -tras remontarle al mismo Colo Colo- nos ilusionamos. En marzo. Pero luego vino todo lo que ya sabemos. Y fue recién a fines de agosto, cinco meses después, cuando Católica cortó por lo sano: desvincularlo, tras mutuo acuerdo. Muy tarde, y entonces todavía sin real autocrítica dirigencial.
Fue lamentable, pero a esta altura no queda otra que mirar hacia adelante. Lo mismo respecto al plantel: ¿tiene falencias? Sí, como todos. Y hay que pensar en renovar su composición. Pero ese debate puede esperar para después de terminada la temporada. Lo inmediato es centrarse en el objetivo.
El panorama, eso sí, hoy no es el más alentador. Los albos se escaparon a cinco puntos, a falta de seis fechas por jugar, en las que tanto Colo Colo y la UC tienen tres partidos de visita y tres de local. A Católica, también, le toca el próximo domingo una salida siempre difícil y poco exitosa: Rancagua, para enfrentar a O’Higgins -apremiado en la parte baja de la tabla-, y aún le resta el Clásico Universitario, en casa, ante una “U” que cada semana se ve peor.
“Estamos golpeados, pero vamos a dar batalla porque quedan seis finales todavía”, prometió nuestro “Pelao Termo”. Este equipo nos ha demostrado en los últimos años que no se da por vencido hasta el pitazo final. Y nosotros, como hinchas, debiéramos hacer igual: creer hasta el último suspiro. El “Tetra”, aunque hoy difícil -todo condicionado por la era Poyet-, sigue siendo un sueño posible. Ahora sólo podemos seguir confiando y apoyando a este grupo de jugadores, comandado por nuestros canteranos que llenos de luz nos guían. Que pase lo que tenga que pasar, pero siempre, como reza nuestro himno: “Con fe hacia el porvenir”.